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Opinión

“Ya inició un movimiento social, tal vez el más importante en mucho tiempo, que busca romper el círculo de violencia contra la mujer.”

Sororidad es un término que se viene acuñando y que alude a la solidaridad y concordia entre mujeres. Esta palabra, desconocida por muchos, busca romper con la percepción muy arraigada en nuestro imaginario, de que las mujeres son incapaces de generar vínculos amicales sinceros y duraderos, que los ambientes mayoritariamente femeninos son conflictivos y que por esencia somos enemigas, confabuladoras y saboteadoras. Todo ello muy conveniente en sociedades que buscan perpetuar el machismo.

Yo no estaba convencida de la sororidad hasta que hace unos días me invitaron a un grupo cerrado de Facebook llamado “Ni una menos: movilización nacional ya”.

Dicho grupo fue creado a partir de los nefastos fallos judiciales que la semana pasada generaron indignación por favorecer alevosamente a los perpetradores de terribles actos de violencia contra Lady Guillén y Arlette Contreras.

Si bien el grupo inició como un medio para la coordinación de una marcha, derivó en una especie de catarsis en el que no cientos, sino miles de mujeres empezaron a dar sus testimonios de abuso, en muchos casos por primera vez, desde acoso callejero, hasta terribles casos de violencia física y violación sexual. Era simplemente abrumador, en cuestión de horas, pasados de ser personas a más de 40 mil.

Quienes nos tomamos el tiempo de leer los testimonios terminamos con el alma rota al estallarnos en la cara la magnitud del problema de la violencia de género, al evidenciar que no son casos aislado, que las afectadas por esta forma de violencia es un colectivo, todas las mujeres del país.

Lo esperanzador fue que en medio de esta catarsis colectiva, surgió la solidaridad. Los mensajes de consuelo, fuerza y aliento no se hicieron esperar, ni las iniciativas de apoyo y movilización. Esas mujeres por primera vez en mucho tiempo no se sintieron solas. Nunca estuvimos solas, simplemente no nos mirábamos la una a la otra.

Tal vez la armonía no dure mucho tiempo, tal vez con los días surgen más diferencias que consensos, pero ya se dio un primer paso. Ya inició un movimiento social, tal vez el más importante en mucho tiempo, que busca romper el círculo de violencia contra la mujer que está tan normalizada en nuestra sociedad y visibilizarlo.

Nos vemos este 13 de agosto en la marcha nacional. Ni una menos. Si tocan a una, tocan a todas.


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