22.NOV Viernes, 2024
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Opinión

Es lamentable evidencia cómo, de manera cada vez más recurrente, ciudadanos de a pie e incluso líderes de opinión se amparan en la libertad de expresión para justificar expresiones cargadas de odio, prejuicios y discriminación. Lamento informarles que ese derecho no es irrestricto; ni siquiera el de la vida lo es, tiene límites. Nuestra Constitución es clara en señalar que la libertad de expresión se ejerce bajo las responsabilidades de ley, es decir, que hay consecuencias ante discursos, afirmaciones o arrebatos públicos a través de los cuales se viole alguna norma o se incite a terceros a cometer delitos o actos antisociales.

Una opinión es un juicio o valoración que se forma una persona respecto de algo o de alguien. Sin embargo, cuando lo que se expresa pretende desconocer o negar la dignidad de un ser humano o colectivo –más aún si es uno vulnerable–, deja ser opinión y pasa a ser discurso de odio. En cualquier sociedad civilizada, esa diferencia es clara y se penaliza a quienes incurren en estas conductas. Espere que ese tiempo llegue pronto al Perú.


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