23.NOV Sábado, 2024
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Opinión

Existe un prejuicio ante las industrias extractivas como industrias que no son generadoras de empleo ni de valor agregado. Ese juicio es bastante simple, el empleo directamente generado no es muy alto, debido a que son industrias capital-intensivas en la mayoría de los casos (la agricultura y la pesca no lo son tanto). Sin embargo, este empleo es cada vez más sofisticado y requiere de fuerza laboral con mayores niveles de calificación técnica a nivel del mando gerencial y sobre todo en el nivel operativo. En países como el Reino Unido, Australia y nuestro vecino Chile, en vez de negar sus ventajas competitivas en sectores primarios, los incorporan en su estrategia de competitividad y generación de empleo con políticas que fomentan esos encadenamientos productivos, la generación de empleo calificado y la transferencia tecnológica a Pymes de su cadena de valor.

Recientemente conocí una experiencia muy interesante y que podría ser repetida para la generación de empleo en Perú. El Plan Nacional de Innovación para la Competitividad del Gobierno de Chile menciona al sector minero como la plataforma de futuro para Chile, a través de una asociación público-privada donde se busca fomentar justamente la generación de empleo e innovación en la cadena de valor. El Consejo de Competitividad Minera de Chile, una entidad privada, realiza estudios serios de prospectiva sobre los empleos que requiere la industria minera chilena y sus proveedores, identificando los perfiles actuales y futuros, y diseña programas de aprendizaje que se adecúan a estas nuevas demandas, con entrenamiento laboral in-house o invirtiendo en laboratorios con simuladores sofisticados.

También se dan a conocer dónde están estás demandas, qué salarios en promedio reciben y se busca atraer a segmentos de mercado que no eran atraídos por el sector. A su vez hay capital de riesgo para las empresas mineras para que sus proveedoras inviertan en I&D para encontrar soluciones para aumentar eficiencia, y con ellas muchas Pymes de la cadena se puedan convertir en proveedoras de talla mundial. Por supuesto que para generar mayores impactos debemos fomentar que estas Pymes crezcan y puedan emplear y despedir con mayor flexibilidad, pero para ello no se requiere de una ‘ley Pulpín’. Debemos motivar el interés de los jóvenes por trabajos en áreas técnicas donde hay escasez de mano de obra y no desmotivarlos. Los beneficios deben venir por los incentivos a la capacitación continua del trabajador en el centro de trabajo con acreditación académica de su calificación.


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