25.ABR Jueves, 2024
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Opinión

“No obstante lo conocido, las viudas del humalismo siguen bramando sandeces: que la plata se usó en campaña, que no sería ilegal (…), y así”.

El empresario brasileño Marcelo Odebrecht, ex cabeza de la constructora familiar y hoy apresado por delitos de corrupción, ratificó ante el fiscal Germán Juárez la entrega de US$3 millones a la pareja Humala-Heredia. Hasta donde se sabe, por otras delaciones, la plata salió de la caja utilizada para la compra de funcionarios públicos.

El monto no es menor, ni siquiera para una empresa de dicha envergadura; menos aun para un candidato que, recordemos, tenía 50% de probabilidades de ganar en segunda vuelta (y menos de 15% meses antes). ¿Por qué le entregaría Odebrecht dicho monto a la pareja? ¿A cambio de qué?

Bueno, lo simple es saltar a lo obvio: el proyecto Gasoducto del Sur (megainversión que pasó de US$1,300 millones de inversión privada a un proyecto público-privado de US$7,000 millones). Pero la cuenta venía con intereses; me refiero, por cierto, a las obras que la constructora brasileña consiguió a lo largo y ancho del país, pasando por ministerios y acuerdos con gobiernos locales y regionales. Perú21 ha publicado sendos informes sobre esto.

No obstante lo conocido, las viudas del humalismo siguen bramando sandeces: que la plata se usó en campaña, que no sería ilegal sino tan solo un hecho administrativo, y así. Ninguno se plantea un hecho anterior: imaginando el escenario más benigno (que la plata era limpia y se usó en campaña), ¿no existía un mínimo conflicto de interés con la empresa? Por el MEF, Transportes, Energía y Construcción se paseaba esta empresa como Pedro por su casa; ¿nadie sintió la necesidad de advertir sobre esta relación?

Hoy, por supuesto, todos señalan a la pareja, pero nadie puede dudar de que el nacionalismo entero sabía de esto, de las donaciones, de la relación de la empresa con el operador Martín Belaunde, de las componendas en los ministerios, etcétera. Fue denunciado por distintos medios (Perú21, Correo, El Comercio, Panorama, entre otros), y se hicieron de la vista gorda. Ni menciono a los periodistas que cayeron rendidos ante los cafecitos y las prebendas. Una mugre, en nuestras narices.


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