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Opinión

El lector no encontrará gran novedad en estas líneas, sencillamente porque no la hay. No debemos olvidar que la pasada fue la elección más estrecha en resultados, 45 mil votos aproximadamente. Y esto tiene sus inevitables consecuencias. Llegó un partido debilucho, incipiente y con un plan de acción precario. El fujimorismo tenía propuestas más musculosas, pero ostenta aún un anti rabioso, furioso, irracional. Si Keiko Fujimori estuviera en el sillón de Pizarro, probablemente las cosas en nuestro país serían también turbulentas.

El paro en Las Bambas, fina cortesía de oficiales de la Policía que metieron la pata, cayendo en la provocación, evidencia una falta de reflejos frente a este añejo conflicto social, lamentablemente de mayor rango que la desgracia ecológica y vital que sufren las comunidades amazónicas de Loreto con el derrame de petróleo. La izquierda parlamentaria está –digámoslo así– serena frente al muerto de Cotabambas y al paro. Da la impresión de que sectores más radicales, tipo Sendero, han tomado el liderazgo de esta protesta.

Lo ocurrido en Las Bambas dejó de lado el mensaje presidencial donde anunciaba auspiciosas medidas para luchar contra la corrupción que viene de las filas ppkausas. La indigesta y tardía versión del ex administrador de la Clínica Osteoporosis, quien grabó al ex asesor Carlos Moreno, amainó la tesis del chuponeo en Palacio. El administrador entregó los audios al poder (no dijo a quién), el poder dijo que la fuente fue anónima y que había que corroborar, no sabemos qué. El presidente, además, dijo que Moreno renunció por exceso de chamba. Aún el delito concreto. Ha pasado de cuidados intensivos a intermedios.

A todo esto tendremos en el último semestre un ajustón fiscal, el gobierno recortará sus gastos porque el déficit fiscal heredado nos está agobiando. El equipo de lujo, de media mampara, o normal nomás, todavía no dice cómo destrabará los cerca de 18 mil millones de dólares para que la economía fluya, como dicen ahora. Si no fluye, Dios nos coja confesados. Circuló una cifra aterradora: en 2017 habrá solo 30 mil nuevos puestos de trabajo formales.

Si el gobierno sigue sin destapar la olla que nos dejó Ollanta Humala, confirmaremos que hay un acuerdo (para no usar pacto) con este para no evidenciar los ‘chanchullos’ que olfateamos e intuimos en el Qali Warma, SIS, Gasoducto, Línea 2, gastos militares. La suma de todo lo anterior le costó ocho puntos a un gobierno sonriente y bailarín.

Cada ministerio debería informar, como lo exigió el fujimorismo, qué recibió en cifras y en dramas públicos. Explicaciones tipo cómo se subsanará la grosera carencia de medicinas en los hospitales, o por qué somos coleros en educación primaria (y había plata), según las últimas evaluaciones. La acción del gobierno es el antídoto contra la baja de popularidad, el desgobierno y la falta de liderazgo.


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