Desde que lo eligieron, el gobierno trató de acercarse a Fuerza Popular (FP), infructuosamente. Hasta se deslizó la posibilidad del indulto. Parecían considerarlo una bala de plata. O parecían asumir que FP cooperaría tras el indulto, lo cual en realidad no parecía sensato, para nada, después de que se jugaban lo que se supone era su única carta.
Eliminar la posibilidad de una vacancia presidencial y, en general, reducir la incertidumbre política es crucial para que empiecen a recuperarse la confianza, inversión, actividad, empleo y bienestar.
De pronto, sin que nadie lo previera, se dio una tregua. A FP (y al gobierno) les está costando el conflicto político y la parálisis resultante. Eso lo sabíamos. También era conocido que Keiko y Alberto se habían enfrentado en la campaña. No sabíamos que Keiko temía no solo perder poder, sino que hasta se quebrara la bancada. La bala de plata no solo pasaba a un segundo plano, sino que era contraproducente de esa forma. Y aparecía una debilidad.
La marcha de ayer y, más grave, arriesgar el sólido sur eran innecesarios al final. El mal menor no aplicaba.
Políticamente, el gobierno debería abrir el juego. No en el Acuerdo Nacional, esa expresión de nuestra precariedad institucional. Dialogando con otros líderes representados en el Congreso, y fuera de él.
Y, empezando el martes, debe discutir una agenda de políticas públicas acotada y muy ambiciosa, así como un grupo de proyectos de inversión relevantes. Para elegir asesores de primer nivel no se requiere de acuerdo político. Para reformas como, por ejemplo, un buen programa de capacitación juvenil, un boom de educación técnica, y educación para el trabajo en el colegio, sí se requiere del Congreso. ¿Qué político no quiere una ‘ley Pulpín’ bien hecha?
Se necesita política y ambición. No podemos desaprovechar esta oportunidad.
Si te interesó lo que acabas de leer, recuerda que puedes seguir nuestras últimas publicaciones por Facebook, Twitter y puedes suscribirte aquí a nuestro newsletter.