Podemos hacer algunas contribuciones. Debemos empezar por resaltar que, por fin, se propuso la reforma más importante pendiente. Es decir, la reforma electoral y política. Y lo hizo el gobierno que no se lleva bien con la política, que hasta la desprecia. Punto para los ppkausas.
Buchana, Tullock, y otros de la famosa Escuela de Elección Publica de Virginia; Arrow, que nos dejó hace poco; Schelling, North, todos los que recibieron el Nobel de Economía, y otros, contribuyeron con conocimientos que usualmente ignoramos. En parte porque no les damos el espacio que deberíamos en la currícula y porque la aplicación de sus conocimientos le va a la yugular del desastre político que tenemos. Acemoglu y Robinson, por ejemplo, aplicaron estos conocimientos para recordarnos que las instituciones políticamente incluyentes distinguen a los países que se desarrollan de los que fracasan. Nuestro país no las tiene.
Necesitamos un Estado que intervenga en la economía de mercado –que no tenemos– para corregir las fallas de mercado, promover la equidad y la competencia. Necesitamos que la sociedad priorice la intervención pública y defina qué considera equitativo. Es decir, que elijamos qué queremos.
Eso se hace a través de los partidos que no tenemos. Estos deben guiar a la sociedad y enfrentar a los grupos de interés tóxicos. Por ejemplo, a los narcos, lavadores, coimeros, dueños de participaciones en corporaciones mercas, zonificadores discrecionales, tramitadores seriales de permisos municipales, y demás. La lista previa no es arbitraria. Es una descripción de las cochinadas usuales de la basura de politiqueros que tenemos.
Para enfrentar a semejantes mafias, no basta con proponer el proyecto y salir en la tele. Y el Gobierno casi no tiene quienes puedan diseñar una estrategia política. Algunos de sus operadores son parte del problema. El Gobierno tiene que dejarse ayudar. Por favor.
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