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Pedro Salinas: "A Cipriani le diría ciego, incompetente, investigue”

“En algún momento, mi director espiritual me pidió hacer yoga en calzoncillos y me tocó (indebidamente) con un puntero desplegable y yo reaccioné”, nos revela Salinas.

(Percy Ramírez)
(Percy Ramírez)

“Todo lo que el Sodalicio no quiere que sepas”, o al menos una parte, lo cuenta el periodista Pedro Salinas en su nuevo libro Mitad monjes, mitad soldados, que lo escribió en colaboración con Paola Ugaz. El texto presenta crudos testimonios de supuestos abusos sexuales y psicológicos sufridos por jóvenes dentro de esta organización religiosa. Salinas nos da más detalles y cuenta su paso por dicho cuestionado grupo.

¿En qué circunstancias nace el libro?
A fines de noviembre de 2010, cuando una víctima de Germán Doig tomó contacto conmigo para contarme que estaba renunciando Luis Fernando Figari al cargo superior general del Sodalicio, esgrimiendo motivos de salud y que el mes anterior habían levantado la causa para la beatificación de Doig porque no alcanzaban las virtudes heroicas, según el argumento oficial. Pero él me dijo que habían hecho una investigación interna y descubrieron que Doig fue un abusador sexual. Entonces, a partir de ahí la víctima me puso en contacto con dos integrantes del Sodalicio que querían que los ayude a hacer público el tema.

¿Usted cuándo abandonó el Sodalicio?
Un 20 de enero de 1987.

Se acuerda muy bien la fecha.
Era el cumpleaños de un tío… y porque ese día me metí una borrachera de esas… Tenía que emborracharme ese día.

¿De felicidad, de liberación?
Cuando salgo estaba en la sede de San Bartolo. Me fui a la carretera a tomar mi ómnibus a Lima, la sensación de libertad era indescriptible. Pero bueno, el libro se gatilla cuando me reúno con estas dos personas y hacemos una ecuación. En 2007 se destapó el primer caso del pederasta sodálite: Daniel Murguía, quien era una persona muy cercana a Figari. Además, Doig ha sido el sodálite más cercano a Figari en toda su historia… Las técnicas de seducción de Doig eran similares a la de mi director espiritual, con quien en algún momento tuve un incidente, pues me pidió hacer yoga en calzoncillos y me tocó (indebidamente) con un puntero desplegable y yo reaccioné; y el director espiritual me siguió hablando como si no hubiese pasado absolutamente nada, al punto que pensé: ‘mierda, he pensado mal de mí director’.

Encima, usted se sintió culpable. ¿Qué edad tenía?
Tendría 18, 19 años, más o menos. O Germán Doig le enseñó la técnica a mi director espiritual o viceversa, o alguien de arriba se la hizo a ellos. El único que estaba arriba era Luis Fernando Figari. Por lo tanto, casi por un acto telepático con la otra persona que me daba su testimonio dijimos: Germán Doig, además de victimario, tiene que haber sido una víctima. Cuando publiqué una novela en el año 2002, titulada Mateo 10, me vinieron a buscar dos personas, en momentos diferentes, para contarme historias de Figari, de abusos sexuales, pero yo no le di crédito.

Escuchó los testimonios de las víctimas y ¿qué pasó?
Dos personas cercanísimas a Figari, Doig y Murguía, eran pederastas y supuestamente Figari tenía un don, que a través de la mirada podía conocer tus virtudes, defectos o traumas. ¿Nunca se dio cuenta de lo que hacía la gente con la que ha vivido? ¿Nunca se enteró? Entonces, comenzamos a buscar víctimas de Figari y yo me fui a buscar a la gente que me contactó en 2002. Y a partir de ahí comencé a encontrar pistas y me conectaron con uno, con otro.

¿No pensó: ‘en qué me estoy metiendo’?
Desde el principio. Y ha tenido costos personales demasiado altos. Pero cuando comienzas a hablar con las víctimas no les puedes dar la espalda.

¿Ha sido conminado para no publicar los testimonios?
Al principio comenzaron a llamar a abogados para contratarlos y demandarme. Yo ya estaba preparado psicológicamente para irme a Piedras Gordas, porque estos tienen poder económico, muchísimo dinero, influencias y contactos y, en muchos casos, para ellos el fin justifica los medios, claramente. Por delante de cualquier cosa está la imagen de la institución.

¿Qué tanto poder tiene el Sodalicio en el catolicismo?
A nivel universal muy poco.

¿Y en el Perú?
Tienen el colegio San Pedro, el colegio Villa Cáritas, la Universidad San Pablo en Arequipa, el colegio Santa María de Chincha, el cementerio Parque del Recuerdo y si chequeas en el libro encontrarás la cantidad de otras entidades que tienen, proyectos inmobiliarios multimillonarios en Piura, donde el arzobispo es del Sodalicio y es ‘yunta’ del cardenal Juan Luis Cipriani.

Y Cipriani no ha dicho nada.
Cuando ocurren estos casos, Cipriani reacciona igual que el Sodalicio: el escándalo es algo que se tiene que evitar de cualquier forma. Yo no espero nada de Cipriani.

¿Qué le diría a Cipriani?
Incompetente. O ciego. ¿Por qué no hace algo? Qué investigue, que sancione, que mueva un dedo.

¿Estos testimonios son la punta del iceberg?
Aparentemente sí. Y han comenzado a aparecer algunos otros ex sodálites también a denunciar. Alguna fiscalía debería actuar de oficio y hacer una investigación.

¿El catolicismo se mancha?
La Iglesia Católica para sancionar este tipo de cosas no está haciendo nada o muy poco.

¿Cree en la parafernalia del papa Francisco de atender los casos de pedofilia?
Ha tenido algunos gestos eficaces y de impacto. Pero por lo menos en el caso peruano, con la pederastia clerical o de miembros de instituciones como el Sodalicio no pasa nada y con las víctimas no tienen ningún mínimo gesto de caridad.

¿Ha recibido amenazas?
No. A diferencia de otros casos, han salido con un comunicado que suena a aceptación, resignación, no niegan nada. Y me consta que el padre Jean Pierre Teullet tiene más denuncias.

¿Su fe está inquebrantable?
Soy agnóstico gracias al Sodalicio.

AUTOFICHA

■“En el libro hay 5 testimonios de abuso sexual y 29 acusan maltrato psicológico. Y solo uno considera su paso por el Sodalicio como haber visitado Disneylandia. Y eso que he llamado a un montón de gente”.

■ “En el Sodalicio todo es extraño: las órdenes absurdas, los supuestos métodos de formación integral que suponen castigo físico, dormir poco, todo para someter tu voluntad”.

■ “En el Sodalicio te agarran chiquillo. Al principio, inflan tu autoestima. Poco a poco comienzan a separarte de tu familia, amigos, te hacen romper con tu enamorada. La obediencia es su columna vertebral”.

Por Mijail Palacios Yábar (mpalacios@peru21.com)


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