Jaime Cabrera Junco
@edgarcajun en Twitter
¿Hablar de literatura con un pintor? En el caso de Fernando de Szyszlo Valdelomar (Lima, 1925), esa pregunta está de más. Su vida ha tenido y tiene un vínculo muy fuerte con la literatura. Interesados en la figura de Abraham Valdelomar Pinto, hermano de su madre, comenzamos esta charla en su casa, rodeados de cuadros, esculturas, y a pocos metros de una de las bibliotecas más ilustres de este país, con autógrafos de escritores como Juan Rulfo, Octavio Paz, Gabriel García Márquez, y más. Participó también en esta charla Marlon Aquino, admirador de la obra del gran narrador iqueño.
Usted ha dicho que desde niño creció bajo la presencia permanente de Abraham Valdelomar en casa de su madre. Incluso decía que su abuela lloraba todos los días la muerte de su tío. ¿Qué le contaba su abuela de él?
Bueno, cuando yo ya tenía edad para interesarme mi abuela ya estaba muy vieja. Ella murió a los 88 años, en 1940, cuando yo estaba en cuarto año de secundaria. Para entonces estaba completamente ciega y poco capaz. Entonces, no tuve con mi abuela conversaciones sobre Valdelomar; sí conversé sobre él con mi madre, con algunos de mis tíos y mis primos. Como usted sabe, Valdelomar murió a los 31 años en 1919, yo nací en 1925, pero el recuerdo de Valdelomar en la casa de mi madre era muy fuerte.
¿Y su madre qué le contaba de Abraham Valdelomar?
Ella me hablaba sobre todo de los viajes que hacía él, de esa inquietud permanente que tenía de ir a provincias para dictar conferencias sobre arte. Yo me acuerdo de un abogado peruano que ya murió un piurano José Ortiz Reyes era hermano de Judith Westphalen, esposa de Emilio Adolfo Westphalen. Él me contaba que en Catacaos, Valdelomar fue a dictar una conferencia sobre arte y que su padre, que era agricultor, lo llevó a ver la conferencia. Aunque era niño dijo que se acordaba de su manera de vestir, con sus cuellos de la camisa sin corbata, y que a partir de esto empezó a decirse ‘cuellos a lo Valdelomar’.
Era una personalidad que no pasaba desapercibida…
Y no quería pasar desapercibido. Según uno lee en la famosa carta que le escribió al doctor Francisco Valega, allí le decía “yo he tratado de sacar a los escritores peruanos a la cocina y los he llevado al salón”. Entonces, por eso tuvo ese esfuerzo de agredir, de ser rebelde, de ser agresivo con la sociedad de Lima que en esa época menospreciaba un poco a los intelectuales, a los artistas.
La entrevista completa en el blog Lee por Gusto.
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