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Opinión

En 1952, la Hermandad Musulmana (HM) –un grupo islamista fundado en 1928 cuyo objetivo era establecer un régimen fundamentalista en Egipto– coincidió por primera vez con un grupo de egipcios laicos cuando jóvenes del ejército del país, liderados por Gamal Abdel Nasser, derrocaron a la monarquía del Rey Faruk, servil a los intereses de Gran Bretaña.

Ariel Segal,Opina.21
arielsegal@hotmail.com

En 1952, la Hermandad Musulmana (HM) –un grupo islamista fundado en 1928 cuyo objetivo era establecer un régimen fundamentalista en Egipto– coincidió por primera vez con un grupo de egipcios laicos cuando jóvenes del ejército del país, liderados por Gamal Abdel Nasser, derrocaron a la monarquía del Rey Faruk, servil a los intereses de Gran Bretaña.

La alianza islamista-militar fue coyuntural y breve, pues una vez que Nasser se consolidó en el poder creando la república árabe de Egipto, gobernada desde entonces y hasta el 2011 por militares (sus sucesores fueron Sadat y luego Mubarak), la HM se resintió ya que no se les otorgaba cuotas de poder y se declararon enemigos del proyecto nacionalista y socialista de Nasser y luego de un intento de asesinarlo, la organización islamista fue declarada ilegal, se detuvo a sus principales dirigentes y muchos de ellos fueron torturados o asesinados.

Gradualmente, la HM cambió su estrategia violenta por la de utilizar sus escuelas religiosas y mezquitas para ofrecer educación gratis y caridad a los sectores más pobres de la población, de manera que cuando cae la dictadura de Mubarak en 2011, y se presenta como partido político a las primeras elecciones de país, es la única organización conocida, organizada y eficiente en asistencia social, y fue esto último, y no el islamismo, lo que le permitió ganar, estrechamente, las elecciones presidenciales.

El intento del expresidente Mursi de apoderase de todas las instituciones del estado para islamizarlas, ocasionó el golpe que lo derrocó. Los excesos del ejército contra simpatizantes de la HM – que podrían provocar, como en la época de Nasser, su crecimiento y radicalización–, así como la reciente renuncia del vicepresidente del gobierno de transición, Mohamed el-Baradei, premio Nobel de la Paz 2005, son referencias que están en la otra esquina para evitar que se imposibilite la reapertura del camino democrático.


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