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Opinión

España celebra la Navidad en compás de espera del nuevo año político pues, por primera vez desde el retorno a la democracia en 1977, los resultados electorales no le otorgan mayoría absoluta parlamentaria ni al PSOE ni al PP. Los españoles tendrán que esperar varios días a que sus políticos ejerciten la cultura de la negociación para formar coaliciones de gobierno y repartición de cargos ministeriales, tras el gran caudal electoral que obtuvieron Podemos y Ciudadanos. Esta nueva realidad, de ser manejada con madurez, podría ser un estupendo regalo de fiestas para la sociedad española.

El ejemplo contrario lo da el gobierno chavista, que luego de la derrota electoral del Parlamento comenzó con berrinches, amenazas y acciones inconstitucionales demostrando que el trío Castro-Maduro-Cabello es un poder esperpéntico neototalitario. La MUD no le hace mucho caso a lo que interpreta como pataletas de ahogado porque confía que en enero contrarrestarán los abusos del chavismo en la nueva asamblea y que contarán con apoyo internacional. (¿Recordarás ahora, Dilma, que fuiste prisionera de la dictadura? ¿Tomarás en cuenta, Bachelet, que tu padre fue torturado por oponerse a Pinochet? ¿Podrás buscar el Nobel de la Paz, Santos, no solo por negociar con las FARC, sino ayudando a Macri a presionar a los dictadores vecinos?).

Mientras que en España esperan en enero a Melchor, Gaspar y Baltasar; en Venezuela se roban las fiestas quienes se creen sus monarcas: Malechor, MalGastar y VaAsaltar.


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