Claudia Cooper: Dos historias de crecimiento

La economía peruana creció 3.01% en octubre. Si bien esta cifra no es suficiente para generar el entusiasmo de otros tiempos, ubica al Perú en un buen lugar dentro del ránking regional.

¿Qué es lo que hay detrás? El consumo, tanto público como privado; mientras que la inversión sigue decepcionando y generando insatisfacción. Si bien el dinamismo del consumo es importante, su sostenibilidad preocupa: no es posible crecer por periodos largos sin inversión y el empleo que esta trae consigo.

El liderazgo de la producción minera es resultado de la inversión de años anteriores. Lo contrario ocurre con la construcción, que mantiene la tendencia decreciente iniciada en enero del 2015, dada su dependencia a la inversión actual.

Se observa cierto dinamismo de los sectores comercio y servicios, reflejando su alta conexión con el consumo de bienes y servicios (el mercado interno), mientras que la caída en el crecimiento de la industria es consistente, con el débil entorno internacional dada la relativamente alta participación de las ventas externas, dentro del total de ingresos.

La recaudación tributaria brinda información adicional sobre los motores del crecimiento actual. La caída de los ingresos se explica casi en su totalidad por una menor recaudación de los contribuyentes más grandes, mientras que lo aportado por las medianas y pequeñas empresas se mantiene estable.

La balanza de pagos es también elocuente. Contrariamente a la desconfianza local, los flujos de capitales extranjeros, en la forma de aportes directos al capital de empresas, siguen sólidos. Y dado que la inversión en capital privado suele dirigirse a empresas medianas, los datos de la cuenta financiera coinciden con los de la Sunat.

En el Perú parece haber dos historias. Una asociada a los grandes capitales, contagiados por la depresión emergente y otra ligada al emprendimiento no tradicional, donde el entusiasmo se niega a desaparecer.