26.NOV Martes, 2024
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Opinión

La muerte de los suboficiales PNP Luis Vásquez D. y Sergio Mendoza H. ayer en Ayacucho debiera llevarnos a todos, Estado y sociedad, a una seria reflexión.

Juan José Garrido,La opinión del director
La muerte de los suboficiales PNP Luis Vásquez D. y Sergio Mendoza H. ayer en Ayacucho debiera llevarnos a todos, Estado y sociedad, a una seria reflexión. Sendero Luminoso sigue vivo. Pude decir “ha vuelto”, pero no sería cierto. SL nunca desapareció; estuvo agazapado, atacaba aquí y allá, cambiaba de rostro y de lenguaje, pero nunca desapareció.

¿Quiénes son los responsables de que, luego de 12 años de la captura del mando terrorista Abimael Guzmán, el senderismo siga activo? ¿Cuál es el papel que han de-sempeñado el Estado, la sociedad civil, la prensa, los organismos de derechos humanos durante este tiempo? ¿Estamos preparados para enfrentarnos a Sendero, militar y judicialmente? ¿Qué aprendimos de los noventa? ¿Qué ha cambiado después del ingreso y la expansión de las tecnologías de información, de la mayor conectividad y de la explosión económica de las actividades ilegales? Podría llenar pliegos con las preguntas que hoy me vienen a la mente. La sensación es, lamentablemente, que no estamos preparados –como en los ochenta– para lidiar de manera adecuada con un rebrote senderista. Ayer fue en Ayacucho, en una zona rural en la selva, lo que puede llevar a muchos a creer que estamos a salvo en las ciudades, en las zonas urbanas y modernas del país. Quienes recordamos el acelerado avance de Sendero del campo a la ciudad sabemos que eso es cuestión de tiempo. ¿Cuándo? No lo sabemos.

No quiero ser alarmista, pero tampoco pequemos de irresponsables. La tragedia de los años ochenta fue esa: primero minimizamos los hechos, luego combatíamos a oscuras, se procesaba judicialmente amenazados y muertos de miedo, para finalmente permitir el libre tránsito y accionar del terrorismo.
Los noventa fueron la otra cara de la moneda: la ley de Talión (ojo por ojo), jueces sin rostro, estado de miedo.

Hoy, nuestra democracia requiere de un conjunto de soluciones meditadas a partir de los errores del pasado y que, sobre todo, garanticen a la ciudadanía tranquilidad y seguridad. Es imprescindible la presencia de un líder capacitado, respetado por todos y que actúe dentro de la ley.


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