22.MAY Miércoles, 2024
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Opinión

“En el Perú de Cipriani, las mujeres deben estar calladitas y las ministras tendrían que ser buenas ovejas del rebaño”.

@esthervargasc

Todos sabemos lo que piensa la Iglesia de temas como el aborto, el matrimonio gay o los anticonceptivos. Me parece absurdo que los periodistas insistamos en preguntar al curita mediático de turno qué piensa de la píldora del día siguiente o del amor entre dos personas del mismo sexo.

Tengo más de veinte años en este oficio y recuerdo que en mis inicios como redactora –y durante largo tiempo–, mis jefes me pedían llamar al sacerdote tal para armar la polémica. Titular seguro. Esta práctica se mantiene en los medios, donde tenemos un enfrentamiento clásico y bobo. Se debate sobre lo que dijo el señor de sotana y no se analiza si el Perú es realmente un Estado laico.

Cipriani, como cada sábado, aprovechó su espacio radial “Diálogos de fe” para cuestionar sin argumentos científicos las precisiones científicas (disculpen la redundancia) sobre la Anticoncepción Oral de Emergencia (AOE). Más allá de sus afirmaciones, el personaje hizo gala de ese machismo que tanto daño hace al Perú. Dijo que al presidente le habían tocado ministras respondonas. Como cuando ciertos hombres comentan que sus mujeres son respondonas, Cipriani se lamenta. Es decir, las mujeres no deben cuestionar, opinar, replicar. En el Perú de Cipriani, las mujeres deben estar calladitas y las ministras tendrían que ser buenas ovejas del rebaño, calladitas y sumisas. Ese no es el caso de Patricia García (Salud), Marisol Pérez Tello (Justicia) y Ana María Romero-Lozada (Mujer). A PPK le tocaron ministras con voz, inteligentes y dispuestas a decir lo que piensan. Aplausos para ellas, y ojalá sigan así.

La abogada Jeannette Llaja fue una de las primeras voces en indignarse ayer en Twitter tras escuchar a Cipriani. Le pedí a Llaja una opinión más serena sobre el tema y me dijo que las declaraciones de Cipriani sobre las ministras revelan una posición sobre los derechos de las mujeres, que no es aislada, sino que se ha visibilizado en cada intervención suya: “Hay estereotipos de género cuando dice que las mujeres se muestran como en un escaparate para ser luego violentadas sexualmente, o cuando se trata de mostrar a las ministras como rebeldes, invisibilizando que la provisión de la AOE es parte de una política de salud y parte del paquete mínimo que debería dárseles justo a las mujeres violentadas (aquellas que, según él, se muestran en el escaparate)”. Comparto plenamente su opinión.

Lo curioso es que mientras Cipriani despotrica contra la AOE y las organizaciones que promueven su uso (las que defienden ‘lesbianos’, por ejemplo), el periodista que está a su lado mueve la cabeza complaciente. Cipriani se burla de los pobres que quieren más hospitales o quizás ir a la clínica Americana. Cipriani arremete contra las ONG y laboratorios por no defender la vida, y alzar una agenda “que el Perú no quiere”. Cipriani pide un concierto de muchas voces, pero su voz no es la que se necesita en el debate científico. Basta, Cipriani.


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