17.MAY Viernes, 2024
Lima
Última actualización 08:39 pm
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Opinión

@esthervargasc

Mientras los ánimos electorales se desbordan; en el Perú, es normal que a una niña le roben su silla de ruedas. Es normal que a las 9:45 a. m. una banda de ‘marcas’ asalte a un empresario, a pocas cuadras del banco donde retiró el dinero. Es normal que las poblaciones indígenas, las mujeres campesinas y las personas LGBTI sigan en el olvido, según Amnistía Internacional. Es normal que los embarazos adolescentes de 15 a 19 años aumenten hasta bordear el 15 %. En el Perú, es normal pagarle una coimita al policía que te para por manejar ebrio (siempre que no existan cámaras cerca).

Es normal que la combi que se te cruce en el camino no tenga SOAT y que el chofer esté «forrado» en papeletas. Es normal que a la mujer policía le grites puta porque te hizo retroceder en tu nivel de prepotencia. Es normal que te sientas inseguro en un restaurante porque te han dicho que los asaltos son frecuentes y nadie ni denuncia ni lo tuitea.

Es normal que no se lean los planes de gobierno. Es normal que opines sin leer, que celebres los virales y que tu indignación la manifiestes en un meme. Es normal que el Perú ya te parezca una broma de El Panfleto.

Es normal que palabras como sicario y ajuste de cuentas no nos remitan a México o a Colombia, sino al Callao. Es normal que 29 distritos de Lima no tengan una ordenanza antidiscriminación.

Es normal que aplaudas el ataque a un candidato con huevos e insultos. Es normal que le digas hombre a una mujer que parece ruda solo porque desprecias su camiseta política. Es normal que el racismo no te incomode. Es normal que la ley te parezca un chicle, flexible cuando responde a tus intereses.

Es normal que alentemos a votar por el menos malo. Es normal que los periodistas se alquilen o voluntariamente se sumen por lo bajo a campañas electorales.

Es todo tan normal en este Perú que palabras como inclusión ya no significan nada, que palabras como cambio te resultan huecas (¿te acuerdas de la «gran transformación»?). Es muy normal que el «gancho» de experiencia te recuerde al pasado y el pasado en el Perú casi siempre ha bailado con la corrupción. Es normal que el derrame de petróleo no le importe a nadie. Es normal que se exponga a unos niños a recoger el crudo sin advertir el peligro.

Es normal que se marche por la vida y se asuma que los ausentes somos incitadores de la muerte solo por defender la libertad.

Es normal que el Congreso nos dé vergüenza. Es normal que el presidente brinde un mensaje a la nación para anunciar que ya podemos irnos a Europa sin visa, en lugar de decirnos que al final de su gobierno ya sabe qué hacer con la seguridad nacional. Es normal que mientras vamos en colectivo de San Juan de Lurigancho al Centro de Lima, un canillita te ofrezca un periodiquillo con la gran guía práctica para evitar una violación; mientras un tal Carloncho vomita su homofobia y sexismo, y otro parecido le dice «bebita» a algún famoso de la tele. Es normal, en el Perú es normal.


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