Lo oculto estimula la curiosidad hasta límites insospechados. Cuántos conquistadores españoles se han perdido buscando ciudades de oro como Paititi o El Dorado, ilusionados todos ellos por encontrar la fortuna de sus vidas. De igual manera, ocurre con el Punto G, una zona de supremo placer femenino que ha provocado numerosas expediciones íntimas, muchas de ellas fallidas.
¿Dónde está ese famoso punto? En una nota publicada en esta misma sección (‘El punto C’, 1 de agosto de 2012), se planteaba lo siguiente: ¿para qué buscar el bendito punto G si la mujer contaba ya con el punto C? O sea, el clítoris, un órgano femenino de 8 centímetros y más de 6 mil terminaciones nerviosas. Un órgano cuya única función es brindar placer. Lo que no establecimos en aquella oportunidad fue que, en realidad, el punto G y el punto C no eran cosas distintas.
NUEVAS LUCES
Pere Estupinya es un divulgador científico español que ha escrito el libro ‘S=EX2: La ciencia del sexo’. Es autor de un altamente recomendable blog alojado en la web del diario El País (blogs.elpais.com/apuntes-cientificos-mit). En un post devela el misterio del punto G: no es más que un área del clítoris interno. La parte visible en la vulva representa solo una porción del órgano, ya que la mayor parte del mismo está oculto. Sin embargo, es posible estimular el clítoris interno mediante la aplicación de determinada presión sobre las paredes vaginales. De hecho, cuando el clítoris está erecto, explica Estupinya, se acerca más a la vagina, lo cual sería la razón de esa gran sensibilidad que muchas mujeres han confesado experimentar. Esta hipótesis, elaborada por la ginecóloga francesa Odile Buisson, resulta hasta el momento la propuesta más sensata sobre un tema nebuloso y sujeto a tantos mitos.
De hecho, hay un estudio publicado en el American Journal of Obstetrics & Ginecology que se titula ‘El punto G: un mito ginecológico moderno’. El estudio data del año 2001 y parecía que, después de un buen tiempo circulando en la cultura popular, la comunidad científica tiraba la toalla. Sin embargo, el trabajo de Buisson abre nuevas líneas de investigación.
¿Dónde queda exactamente? Bueno, eso depende de cada mujer. En Internet uno va a encontrar tutoriales y mapas al respecto. El doctor Adam Ostrzenski, por ejemplo, detalló el año pasado el lugar exacto del punto de marras. Sin embargo, la verdad es que no existen indicaciones universales ni coordenadas exactas. Hallar la zona propicia para estimular el clítoris interno desde la vagina implica una labor de exploración, ya sea solitaria o en pareja. Más que un mito, el punto G es una realidad.
DATOS
- El punto G debe su nombre a Ernst Gräfenberg, ginecólogo alemán que realizó investigaciones vinculadas a la sexualidad femenina. El término se hizo popular en los años ochenta, gracias a trabajos que reconocieron los aportes del médico germano.
- En la red circulan artículos como ‘¿Cuál es el punto G de cada signo?’. Para qué tomarlos en serio.
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