Ariel Segal,Opina.21
arielsegal@hotmail.com
Pocos días después de la tregua entre Israel y Hamas, los principales dirigentes de uno y otro bando no muestran la más mínima intención de cambiar sus tácticas para evitar una futura confrontación. De Hamas no hay nada que esperar mientras su liderazgo no renuncie al terrorismo y a su explícita intención de destruir al Estado de Israel. De Israel se podría esperar un giro hacia negociaciones serias con la Autoridad Palestina, dirigida por el moderado Mahmoud Abbas, pero no luce que así será mientras esté en el poder el gobierno de Benjamín Netanyahu.
Hamas se declara victorioso de una guerra en la cual expuso a su propio pueblo, en muchos casos adrede, para usar a sus víctimas de manera propagandística. El gobierno de Netanyahu no convence a los israelíes de que obtuvo un triunfo cuando no pudo acabar con toda la infraestructura militar de Hamas y, para calmar a los partidos nacionalistas de su coalición, hace días declaró “tierras estatales” 400 hectáreas al sur de un asentamiento en Cisjordania, en donde Hamas asesinó a tres adolescentes judíos, cuestión por la cual comenzó el reciente conflicto en Gaza. Entonces, ¿los asentamientos se construyen porque es un derecho israelí o por retaliación? Esta declaración sin razón estratégica ha obligado a sus ministros moderados y a quienes apoyamos, sin reservas, la lucha contra islamistas como Hamas, a criticar, severamente, las políticas de Netanyahu con respecto a Cisjordania.
El epítome de esta historia lo señaló el líder laborista Itzjak Herzog: “Si yo hubiera estado al mando, habría dado ese duro golpe a Hamas, que en todo momento hemos apoyado, y luego iría corriendo a golpear la puerta de Mahmoud Abbas para dialogar con él”.
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