El sábado pasado fue la marcha del Orgullo LGTBI y aunque mi familia y yo no pudimos participar por encontrarnos fuera de Lima, estuvimos acompañándolos desde lejos. En 1987, en Washington, medio millón de personas se daban cita para defender su derecho a vivir sin importar su identidad sexual en “La Gran Marcha” –como es ahora conocido este suceso–. De acciones puntuales se pasó a tener presencia masiva en las calles. Esto mismo está ocurriendo en nuestro país.
Hartos de la discriminación y del discurso del odio, cada vez más personas se suman a la causa de la igualdad. Solo en Lima, según la encuesta 2016 de Lima Cómo Vamos, el 53.02% considera que los habitantes de la capital tratan Muy Mal o Mal a las personas con diferente orientación sexual o identidad de género y un 33.65% cree que los tratan Regular. Este maltrato se concreta en agresiones verbales y físicas, llegando al punto de que existen quienes se creen en el derecho de asesinar a personas homosexuales o con una orientación sexual que no sea heteronormativa. Las calles de Lima han visto cómo la asistencia a las marchas por el Orgullo Gay ha ido aumentando. Al igual que en Washington el repudio a los actos de violencia y discriminación contra los miembros de la comunidad LGTBI seguirá creciendo.
La sociedad se transforma constantemente y, en este caso, el objetivo no será solo pedir tolerancia. El objetivo es aceptar la diferencia y celebrar la diversidad, respetándonos entre todos. El problema con aquellas personas homofóbicas es que su homofobia no se queda solo en su fuero interno.
Comparten y expanden su odio cuando en su propia casa, enseñan a sus hijos de cinco años a burlarse del amiguito a quien le tocó el plumón de color morado. Lamentablemente, ese niño replicará el molde de discriminación y violencia que le inculcan, pero, y esta es la buena noticia, la sociedad en la que está creciendo es distinta a la sociedad en la que sus padres crecieron. La sociedad actual está menos dispuesta a aceptar actos de discriminación y homofobia.
De hecho, una de las fotos que más me llamó la atención fue tomada por Silvia Siverino. En ella se muestra a Mijail Garrido Lecca (periodista), Alberto de Belaunde (congresista), Augusto Rey (regidor) y Marisa Glave (congresista) caminando juntos en la Marcha por el Orgullo Gay en el Centro de Lima. Tres de ellos son activos participantes de la política nacional y, aunque de tendencias políticas diferentes, se encuentran unidos por la misma causa: el respeto a los derechos de todas las personas. Y es que el amor no tiene ideología. El amor es amor. Suficiente.
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