Que los temas urbanos se hayan puesto en la agenda del debate público es una buena noticia, pues permite un mayor involucramiento ciudadano y la discusión en profundidad de acciones y políticas que influyen en nuestra calidad de vida. Sin embargo, como en todo, es usual que personas con opiniones y percepciones particulares se encuentren en posiciones opuestas respecto a cómo solucionar un determinado problema de la ciudad.
En los últimos años, hemos visto casos de discrepancias entre vecinos respecto de poner o no una reja en una calle y sobre cuál es el rumbo que debería tomar la reforma del transporte. Sin embargo, recientemente se ha generado una oposición y un enfrentamiento que se hace cada vez más grande entre los vecinos de San Isidro respecto de las políticas de movilidad y transporte que el distrito está implementando. Defensores y opositores a esta gestión municipal parecen haber marcado una línea divisoria difícil de sobrellevar. Lamentablemente, ninguno se da cuenta de que podrían hacer mucho por su distrito (y por ellos mismos) si dejaran de lado las pasiones y fanatismos respectivos.
Por un lado, algunos de los entusiastas no encuentran ni un solo error en ninguna política o acción implementada por la Municipalidad y, obviamente, eso es poco probable. Las políticas y obras siempre pueden ser mejoradas y corregidas, ya sea el diseño de una ciclovía o el mantenimiento de un parque. Por el otro lado, entre los opositores a Velarde, hay quienes consideran que absolutamente todo lo que hace su gestión está mal e incluso responsabilizan a la misma de acciones de privados que nada tienen que ver con las competencias municipales.
El asunto es que ni los fans enamorados ni los que han declarado abiertamente su odio se dan cuenta de que tienen mucho en común y que podrían construir un distrito mejor sobre la base de esos intereses. Estoy segura de que todos quieren vivir en una ciudad mejor, que sea segura y en la que el riesgo de sufrir accidentes sea mínimo. Ambos lados quieren que el tráfico no les quite horas de sus días, y que las áreas verdes y espacios públicos estén lindos y puedan disfrutar de ellos. Sí, por supuesto que las soluciones que plantean son distintas y, en algunos casos, irreconciliables, pero cuando se quiere construir una mejor sociedad, el primer paso es sentarse a dialogar sabiendo que en algún punto hay que ceder. Parafraseando a Javier Iguíñiz, secretario técnico del Acuerdo Nacional: el mejor acuerdo es el que no deja contento a ninguna de las partes, pues todas tuvieron que ceder en algo. Espero sinceramente que esta Navidad los buenos deseos de alegría, paz y unión lleguen a las casas de todos los peruanos. Eso sí, una dosis extra de unión les haría muy bien a todos los sanisidrinos. Ojalá Papa Noel se haga una. ¡Felices fiestas!
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