22.NOV Viernes, 2024
Lima
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Opinión

“Algo de inversión municipal para mejorar la infraestructura y muchísimo involucramiento ciudadano pueden hacernos vivir mejor”.

Urbanista

En la vida en la ciudad, los pequeños detalles hacen la diferencia entre pasarla bien en ella o sufrirla a diario. Muchas personas, entre ellas algunas autoridades, no le dan tanta importancia a varias necesidades cotidianas de los vecinos. Consideran que son nimiedades o incluso caprichos. Sin embargo, son justamente estas necesidades insatisfechas las que pueden cambiar la vida de la gente para mejor.

Elementos tan simples como contar con bancas para sentarse a descansar mientras uno camina o tener la opción de sombra para refrescarse en los días de calor son un ejemplo de ello. Además, un poco de verde en la ciudad siempre cae bien: un árbol florecido o una enredadera hacen agradable el paisaje y nos llenan de entusiasmo. Las veredas son otro ejemplo. Si estas son cómodas y espaciosas las podremos disfrutar más e incluso caminar en grupo por ellas (¿acaso no es súper incómodo andar en fila india por veredas delgadísimas y en pésimas condiciones?). Y para aquellos que usan el Metropolitano o el Metro de Lima, ¿no les alegra un poco el corazón cuando encuentran un asiento vacío?

Por otro lado, también son pequeñas las cosas que nos hacen pasarla mal. El auto que bloquea la intersección (¡ay! ¿Por qué harías eso?) o mete el auto en la cebra asustando al peatón. O la moto que “para cortar camino” decide ir por la vereda. O las caravanas oficiales que destruyen la programación semafórica (la poca que existe en la ciudad) para que una autoridad llegue rápido mientras todos los demás llegamos tarde a nuestro destino. Ni qué decir de las ambulancias que no pasan nunca en el tráfico y sus sirenas resuenan como gritos de ayuda que nadie quiere escuchar. También nos hace pasarla mal el ciudadano que decide botar basura a la calle, el que no recoge los desechos de su perro, el que silba a una mujer que pasa a su lado o aquel al que solo le interesa él mismo y al diablo los demás.

La ciudad puede transformarse y mejorarse implementando pequeños cambios. Algo de inversión municipal para mejorar la infraestructura y muchísimo involucramiento ciudadano pueden hacernos vivir mejor.

Si nuestro día a día en la ciudad incluyera un recorrido seguro y sin fricciones, si nos cruzáramos con ciudadanos amables y correctos, y si pudiéramos disfrutar de un momento de tranquilidad sin bocinas estridentes ni aire contaminado en algún parque de la ciudad, ¿no creen que nuestra vida sería mucho más feliz? Y es que nunca hay que perder la capacidad de soñar con una ciudad mejor.


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