23.NOV Sábado, 2024
Lima
Última actualización 08:39 pm
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Opinión

Hace cinco años que los resultados de las encuestas de Lima Cómo Vamos muestran ciudadanos menos satisfechos y más exigentes con su calidad de vida urbana. Si bien Lima llegó tarde a la discusión sobre la ciudad (a diferencia de Santiago, México D.F. y Bogotá), parece que hoy estas preocupaciones se están posicionado como un asunto fijo en la agenda cotidiana.

Los ciudadanos desde siempre se han organizado para exigir soluciones. Por ejemplo, los movimientos sociales que buscaban resolver la necesidad de vivienda para los miles de inmigrantes. Sin embargo, en la mayoría de casos, la organización vecinal se concentra en sus propias preocupaciones: resolver la inseguridad del barrio o arreglar una pista. En otros casos –y esto es lo interesante– su preocupación excede lo individual y se vuelve más colectivo e, incluso, metropolitano.

Un ejemplo es el grupo Salvemos Barranco, que se activó con motivo de las obras del Metropolitano en ese distrito. Si bien la organización fue cambiando, aún hoy los vecinos siguen batallando por recuperar la tranquilidad en su distrito y una mejor calidad de vida, a la vez que reclaman su posición en la ciudad. Recientemente, los jóvenes que promueven la ocupación del by-pass de 28 de Julio no solo han acampado en el lugar de la obra, sino que están convocando a especialistas para discutir acerca del futuro de nuestra ciudad. Lo mismo ocurre con los que se oponen al tercer carril de la Costa Verde.

Esto es justamente lo que más importa: definir cuál es la ciudad que queremos. Que nuestra ciudad cuente con vecinos cada vez más exigentes es una buena noticia. La vigilancia a las acciones de las autoridades y el cuestionamiento a los enfoques urbanos que estas plantean continuará y eso influirá en las decisiones que se tomen. La fuerza ciudadana es cada vez más poderosa. La comunicación entre los limeños es más inmediata gracias a las redes sociales.

Las acciones ciudadanas que se están organizando en Lima podrían llevar al desarrollo de un colectivo al estilo de un “pulpín urbano”. Por lo pronto, la preeminencia que se les da a los autos parece ser el elemento que ha despertado a los limeños. Habrá que ver qué es lo que pasa, pero estoy segura de que la ciudad no se quedará tranquila si se propone eliminar la ciclovía de la Av. Arequipa para construir un carril adicional, por ejemplo.

Los ciudadanos han cambiado y la ciudad también.


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